miércoles, 18 de noviembre de 2009

Eva

… un adolescente estaba enamorado de una estrella. A la orilla del mar extendía los brazos hacia ella, la adoraba, soñaba con ella y le dicaba todos sus pensamientos. Pero sabía, o creía saber, que un hombre no puede enlazar con sus brazos una estrella. Imaginaba que su destino era amarla siempre sin esperanza y construyó sobre esta idea toda una vida de renunciamiento y dolor, callado y fiel, que habría de purificarle y ennoblecerle. Una noche se hallaba sentado de nuevo junto al mar sobre un acantilado contemplando a su amada y ardiendo en amor por ella.

Y en un instante de profundo anhelo saltó al vacio, hacia la estrella. Pero todavía entonces pensó en la imposibilidad de alcanzarla, y cayó, destrozándose contra las rocas. No sabía amar.

Demián. 1919

No hay comentarios: